jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando un “gracias” es demasiado poco…


En este proceso que es tan mío, he aprendido que existen muchas personas tratando de salir adelante junto a mi.
Quizás me resulte difícil recordar lo que cada una de ellas ha significado, pero lo que si estoy segura de que aquí han estado una y otra vez para mí.
A mi vieja, que a pesar de luchar con sus culpas ha alentado cada mejoría y me ha acompañado en cada crisis, dejando de lado sus miedos y su enorme dolor.
A mi viejo, que aunque no se muestre, se que ahí esta para cuando las fuerzas me fallan y para darme siempre el consejo adecuado.
A mis hermanos, que de diferente manera se enfrentaron con mi historia, tan cercana pero a la vez tan desconocida por ellos. Hablando, callando, cada uno por su lado pero a la vez tan juntos a mi dolor como hermanos.
A mis amigas, Este y Lau, dos incondicionales en mi proceso, dándome ánimo y haciéndome ver cada día un día mejor, preguntando, escuchando, y por sobre todo tolerando mis malhumorados ratos y mis inconstantes idas y vueltas.
A mi amigo Alf, compañero de mis noches sin sueño, a lo lejos, tan amigo y tan sincero. Capaz de reconocerme en un mal día, y de decirme las cosas que nadie me ha dicho.
A mi Chilenita querida, Almendra, esa personita que me propuso crear mi blog y luchar juntas esta batalla que solas nos resulta casi imposible hacerlo. A la que siempre recuerdo por su fortaleza y sus ganas de salir adelante.
A mi terapeuta, Ana, que logra sacar de mi lo que me ha hecho tanto daño y me hace pensar en el futuro sin miedos que siempre he soñado.
A quien comparte ahora mis sueños, y me ha enseñado a confiar en los sentimientos, y amar sin miedos, que te has lanzado en este viaje junto a mi, que me haces reír y festejar cada instante que estas a mi lado.
A cada una de las personas que me acompañan en este proceso, Anita, Mary, Ric, que siempre están ahí para tenderme la mano y ayudarme a levantar una y otra vez.
A todos ellos un agradecimiento infinito, por confiar en mi sanación y por querer verme simplemente feliz…

sábado, 9 de mayo de 2009

Por que molesta que hablemos?


Muchas veces nos hemos encontrado con mi amiga Almendra (sobreviviente como yo) hablando de nuestras vivencias y nuestros pasados.
No encontramos ni explicaciones, ni respuestas a tantas interrogantes que nos hemos planteado en nuestras charlas.
Se nos hace difícil explicar el porque siendo tan diferentes tenemos los mismos sentimientos de responsabilidad hacia nosotras mismas, como las mujeres que somos, y principalmente hacia tantas niñas que como nosotras ahora viven en ese sendero de miedos sin esperanzas por el que una vez nos hicieron caminar.
Ambas sabemos que comenzar una lucha no podemos, apenas tenemos fuerzas para encaminar nuestras vidas y salir adelante, pero no dudamos un momento en que nuestra sanación es un camino abierto a la ayuda y al apoyo de otras tantas sobrevivientes como nosotras.
Nuestras fuerzas muchas veces son útiles para animarnos unas a otras a salir de una crisis o de un mal momento en el proceso de sanación.
Es un cuesta arriba muy duro, pero siempre contamos con el apoyo de otras sobrevivientes para continuar, algunas nos prestan sus alas, otras nos prestan sueños, otras solo con una palabra nos animan a seguir.
Todas pasamos por lo mismo y estamos dispuestas a cambiar la historia y volver a empezar, pero concientes que el paso mas importante ya esta dado, hemos dejado el silencio atrás y lo hemos cambiado por palabras, contando así nuestra verdad.
Contar la verdad es el primer paso, y es tan difícil como lo es mantenerse despierta en este camino a la sanación.
A la mayoría de las sobrevivientes de ASI no nos resulta difícil hablar del abuso, de las secuelas y de lo que hemos sufrido a causa de ello.
No nos cuesta hablar de lo que nos hicieron, pero siempre nos encontramos con que a los demás les resulta imposible escucharnos, cuanto mas les cuesta hablar y comprendernos.
El abuso sexual es un tema difícil de digerir por todos en general, mas aun por nuestras familias y nuestros seres queridos, aunque estamos acostumbradas a ver la respuesta social de repudio ante el abuso sexual infantil, molesta y mucho entrar en el tema y opinar al respecto.
Es una temática muy cruda de la realidad que nadie quiere ver, y solamente esta dispuesto a escuchar cuando sucede en otras familias y en otras comunidades. Es difícil para nosotras, sobrevivientes, llevar adelante una lucha, contra las secuelas que nos dejo el abuso y la respuesta social ante dicha temática.
A las personas les cuesta hablar del abuso sexual, les duele hablarlo.
Mucho más doloroso resulta para nuestros familiares poder emprender el viaje de sanación junto a nosotras, pues saben que ello significa enfrentarse a la verdad y al dolor, a la culpa y al rencor.
Son batallas que toda sobreviviente ha tenido que soportar y luchar sola, ahora estamos abiertas para hablar, ahora es el momento de escuchar, pero nos encontramos con un muro infranqueable, el que levantan nuestros seres queridos entendiendo que así las cosas mejorarán y estaremos al fin en paz.
No, no es así, los muros del silencio deben caer, nosotros hemos dado ya el primer paso, no nos quieran silenciar para hacernos creer que esta todo bien, cuando en realidad lo único que necesitamos, aunque les pese, es hablar, mas que callar.

No somos diferentes, solo somos sobrevivientes



No somos diferentes, solo somos sobrevivientes
Quizás a veces cueste mucho a la gente que nos rodea entendernos, asimilar por lo que hemos estado pasando.
Como sobrevivientes sabemos que es difícil hasta para nosotras muchas veces poner nuestras cabezas en orden y comenzar a mirar hacia el futuro
No somos diferentes, ni queremos serlo
Cuando muchas veces postiamos blogs de amigas abusadas, es claro ver que tenemos un lenguaje y una forma de ver las cosas muy similares.
Quizás porque nos toco vivir las mismas experiencias, porque son pares desde el dolor.
No somos diferentes, solo somos sobrevivientes
Fuimos niñas/os que con apenas unos pocos años supimos “las cosas de adultos” y nos obligaron a hacer cosas de adultos
Con esa carga en nuestras espaldas nos hicimos las mujeres que somos, con nuestros miedos, nuestros terrores, nuestros fracasos y con el éxito de haber sobrevivido a nuestro pasado.
Tenemos los mismos principios, los mismos defectos, las mismas virtudes que otras mujeres, que consideramos “normales”.
A veces se nos dificulta expresar nuestros sentimientos, solo nos retraemos y tratamos de ocultarnos, pues en el fondo aprendimos a ocultar lo que nos pasa a fuerza del dolor que una vez nos paralizó, y nos generó el rechazo a una mano cariñosa que se acerca o al abrazo que quiere demostrarnos lo que con palabras resulta insuficiente.
No somos raras, no somos locas, no somos enfermas, solo algunas veces tratamos de volar lejos para escapar de los recuerdos y nos encerramos en nuestro mundo para poder así sentirnos un poco más seguras.
Cuando hablamos lo hacemos en nuestra terapia, la fiel compañera de emociones, una amiga invalorable que nos ayuda a sacar un poco de fuerzas de nuestro interior para dar un paso a la vez.
Nos refugiamos en muy pocas personas, y muchas veces esperamos mucho más de lo que ellas pueden darnos…
Hay días que estamos bien, días que estamos mal, es todo un ida y vuelta constante que nos desgasta y nos quita las ganas de disfrutar, de reír, de soñar…