jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando un “gracias” es demasiado poco…


En este proceso que es tan mío, he aprendido que existen muchas personas tratando de salir adelante junto a mi.
Quizás me resulte difícil recordar lo que cada una de ellas ha significado, pero lo que si estoy segura de que aquí han estado una y otra vez para mí.
A mi vieja, que a pesar de luchar con sus culpas ha alentado cada mejoría y me ha acompañado en cada crisis, dejando de lado sus miedos y su enorme dolor.
A mi viejo, que aunque no se muestre, se que ahí esta para cuando las fuerzas me fallan y para darme siempre el consejo adecuado.
A mis hermanos, que de diferente manera se enfrentaron con mi historia, tan cercana pero a la vez tan desconocida por ellos. Hablando, callando, cada uno por su lado pero a la vez tan juntos a mi dolor como hermanos.
A mis amigas, Este y Lau, dos incondicionales en mi proceso, dándome ánimo y haciéndome ver cada día un día mejor, preguntando, escuchando, y por sobre todo tolerando mis malhumorados ratos y mis inconstantes idas y vueltas.
A mi amigo Alf, compañero de mis noches sin sueño, a lo lejos, tan amigo y tan sincero. Capaz de reconocerme en un mal día, y de decirme las cosas que nadie me ha dicho.
A mi Chilenita querida, Almendra, esa personita que me propuso crear mi blog y luchar juntas esta batalla que solas nos resulta casi imposible hacerlo. A la que siempre recuerdo por su fortaleza y sus ganas de salir adelante.
A mi terapeuta, Ana, que logra sacar de mi lo que me ha hecho tanto daño y me hace pensar en el futuro sin miedos que siempre he soñado.
A quien comparte ahora mis sueños, y me ha enseñado a confiar en los sentimientos, y amar sin miedos, que te has lanzado en este viaje junto a mi, que me haces reír y festejar cada instante que estas a mi lado.
A cada una de las personas que me acompañan en este proceso, Anita, Mary, Ric, que siempre están ahí para tenderme la mano y ayudarme a levantar una y otra vez.
A todos ellos un agradecimiento infinito, por confiar en mi sanación y por querer verme simplemente feliz…

sábado, 9 de mayo de 2009

Por que molesta que hablemos?


Muchas veces nos hemos encontrado con mi amiga Almendra (sobreviviente como yo) hablando de nuestras vivencias y nuestros pasados.
No encontramos ni explicaciones, ni respuestas a tantas interrogantes que nos hemos planteado en nuestras charlas.
Se nos hace difícil explicar el porque siendo tan diferentes tenemos los mismos sentimientos de responsabilidad hacia nosotras mismas, como las mujeres que somos, y principalmente hacia tantas niñas que como nosotras ahora viven en ese sendero de miedos sin esperanzas por el que una vez nos hicieron caminar.
Ambas sabemos que comenzar una lucha no podemos, apenas tenemos fuerzas para encaminar nuestras vidas y salir adelante, pero no dudamos un momento en que nuestra sanación es un camino abierto a la ayuda y al apoyo de otras tantas sobrevivientes como nosotras.
Nuestras fuerzas muchas veces son útiles para animarnos unas a otras a salir de una crisis o de un mal momento en el proceso de sanación.
Es un cuesta arriba muy duro, pero siempre contamos con el apoyo de otras sobrevivientes para continuar, algunas nos prestan sus alas, otras nos prestan sueños, otras solo con una palabra nos animan a seguir.
Todas pasamos por lo mismo y estamos dispuestas a cambiar la historia y volver a empezar, pero concientes que el paso mas importante ya esta dado, hemos dejado el silencio atrás y lo hemos cambiado por palabras, contando así nuestra verdad.
Contar la verdad es el primer paso, y es tan difícil como lo es mantenerse despierta en este camino a la sanación.
A la mayoría de las sobrevivientes de ASI no nos resulta difícil hablar del abuso, de las secuelas y de lo que hemos sufrido a causa de ello.
No nos cuesta hablar de lo que nos hicieron, pero siempre nos encontramos con que a los demás les resulta imposible escucharnos, cuanto mas les cuesta hablar y comprendernos.
El abuso sexual es un tema difícil de digerir por todos en general, mas aun por nuestras familias y nuestros seres queridos, aunque estamos acostumbradas a ver la respuesta social de repudio ante el abuso sexual infantil, molesta y mucho entrar en el tema y opinar al respecto.
Es una temática muy cruda de la realidad que nadie quiere ver, y solamente esta dispuesto a escuchar cuando sucede en otras familias y en otras comunidades. Es difícil para nosotras, sobrevivientes, llevar adelante una lucha, contra las secuelas que nos dejo el abuso y la respuesta social ante dicha temática.
A las personas les cuesta hablar del abuso sexual, les duele hablarlo.
Mucho más doloroso resulta para nuestros familiares poder emprender el viaje de sanación junto a nosotras, pues saben que ello significa enfrentarse a la verdad y al dolor, a la culpa y al rencor.
Son batallas que toda sobreviviente ha tenido que soportar y luchar sola, ahora estamos abiertas para hablar, ahora es el momento de escuchar, pero nos encontramos con un muro infranqueable, el que levantan nuestros seres queridos entendiendo que así las cosas mejorarán y estaremos al fin en paz.
No, no es así, los muros del silencio deben caer, nosotros hemos dado ya el primer paso, no nos quieran silenciar para hacernos creer que esta todo bien, cuando en realidad lo único que necesitamos, aunque les pese, es hablar, mas que callar.

No somos diferentes, solo somos sobrevivientes



No somos diferentes, solo somos sobrevivientes
Quizás a veces cueste mucho a la gente que nos rodea entendernos, asimilar por lo que hemos estado pasando.
Como sobrevivientes sabemos que es difícil hasta para nosotras muchas veces poner nuestras cabezas en orden y comenzar a mirar hacia el futuro
No somos diferentes, ni queremos serlo
Cuando muchas veces postiamos blogs de amigas abusadas, es claro ver que tenemos un lenguaje y una forma de ver las cosas muy similares.
Quizás porque nos toco vivir las mismas experiencias, porque son pares desde el dolor.
No somos diferentes, solo somos sobrevivientes
Fuimos niñas/os que con apenas unos pocos años supimos “las cosas de adultos” y nos obligaron a hacer cosas de adultos
Con esa carga en nuestras espaldas nos hicimos las mujeres que somos, con nuestros miedos, nuestros terrores, nuestros fracasos y con el éxito de haber sobrevivido a nuestro pasado.
Tenemos los mismos principios, los mismos defectos, las mismas virtudes que otras mujeres, que consideramos “normales”.
A veces se nos dificulta expresar nuestros sentimientos, solo nos retraemos y tratamos de ocultarnos, pues en el fondo aprendimos a ocultar lo que nos pasa a fuerza del dolor que una vez nos paralizó, y nos generó el rechazo a una mano cariñosa que se acerca o al abrazo que quiere demostrarnos lo que con palabras resulta insuficiente.
No somos raras, no somos locas, no somos enfermas, solo algunas veces tratamos de volar lejos para escapar de los recuerdos y nos encerramos en nuestro mundo para poder así sentirnos un poco más seguras.
Cuando hablamos lo hacemos en nuestra terapia, la fiel compañera de emociones, una amiga invalorable que nos ayuda a sacar un poco de fuerzas de nuestro interior para dar un paso a la vez.
Nos refugiamos en muy pocas personas, y muchas veces esperamos mucho más de lo que ellas pueden darnos…
Hay días que estamos bien, días que estamos mal, es todo un ida y vuelta constante que nos desgasta y nos quita las ganas de disfrutar, de reír, de soñar…

martes, 28 de abril de 2009

Como me gusta verte reír...


Dejaste que el dolor te curtiera la piel, ojala no sea tarde para volver a nacer, para poder levantarte, me encantaría que estuvieras dormida, que estuvieras dormida, me encantaría volver a verte reír, como me gusta verte reír…
Con esta canción estoy festejando mi primer año de recuperación
Mi primer año sin mentiras, sin secretos, sin nada que esconder…
Parece que fue ayer que todo se derrumbaba, que decidía cambiar un antes lleno de dolor por un después un tanto complicado pero basado en sueños míos y no en pesadillas del pasado…
Un año que hice lo que tantas veces empecé y nunca pude terminar, contar mi historia, y así, empezar a alivianarme de a poco.
Un año de recuerdos nuevos, de dolores viejos, pero ahora y al fin con llanto sin silencio.
Mostrando la mujer que estoy intentando ser, mostrando que puedo con el pasado que me ha tocado, y aunque caiga se que tendré las fuerzas para salir una y otra vez…
Y otra vez por si acaso hiciera falta…
Quiero saber como es mi sonrisa ahora, poder reír a carcajadas, o simplemente esbozar una dulce mueca, ojala pudiera verme reír una vez más.
(Un gracias enorme para todos los que en este año me han dado un poco de sus fuerzas para continuar, y a aquellos que solo han observado mis cambios sin entender nada)

domingo, 19 de abril de 2009

No puedo odiarte más…



No puedo odiarte más…
A ti, que destrozaste mi infancia…
A ti, que me hiciste la mujer que soy ahora…
A ti, que no me dejaste ser la mujer que hubiera merecido ser…
Me robaste las sonrisas y me regalaste un montón de lágrimas,
Cambiaste mis sueños y los transformaste en pesadillas
No me dejaste creer que existía un mundo mejor
Me enseñaste a odiar en lugar de amar
Hiciste pedazos el corazón de mi niña, y me robaste mi alma para enterrarla en el pasado
¿Quien puede ser tan poca cosa para que humillen tanto?
¿Que hice yo para que me odiaras tanto?
¿Quien soy ahora? No me reconozco en mi mirada, en mi alma y en mi pasado
Quizás la niña que quedo atrás se llevó todo de mí y me dejó desnuda…
¿Que hiciste con mis recuerdos?
Los borraste uno a uno para que me vinieran a despertar ahora por las noches
Y se volcaran ante mis ojos en pensamientos que me dañan aún más…
No puedo perdonarte, no quiero perdonarte, no espero perdonarte
Solo quiero que sepas que voy a estar esperando el día que vuelvas a estar frente a mí
Solo ese día vas a saber cuanto te he odiado,
Solo ese día vas a saber el daño que me has causado,
Solo ese día vas a saber que esta mujer ya no tiene el miedo de aquella niña de seis años
Que esta mujer va a mirarte a los ojos por primera vez…

lunes, 13 de abril de 2009

Habla, las cosas son como son…


Necesitas desahogarte, necesitas sacar hacia fuera toda esa angustia que te ha absorbido la vida todo este tiempo.
Necesitas hablar. Exprésate. Cuenta por lo que has pasado, díselo a quien quiera escucharte.
Con tus propias palabras, relata tu historia, no olvides, es tu historia. Nadie tiene derecho a juzgarte ni a recriminarte nada, no fue tu culpa.
No esta mal que hables. Hay un momento que todas necesitamos hablar, sino mírame a mi escribiendo en estas páginas lo que estoy sintiendo…
Todas necesitamos hablar, contar nuestro dolor. Deben escucharnos, es nuestra forma de sanar.
Di las cosas que sientas, escucha a tu corazón que esta vez seguro va a saber que decir, no va a callar nunca mas.
No sientas vergüenza, no hiciste nada malo, solo has sufrido demasiado, estas traumatizada, pero no estas loca.
No dejes que te callen, asume el compromiso de ser libre, sí libre, disfrútalo de ahora en mas.
Si no estas preparada para hablar, escribe una carta, un diario, algo que te ayude a sacar el dolor hacia fuera, da resultados.
En el documental “Infancia rota” escuche decir a una sobreviviente que muchos no entienden por que necesitamos hablar del abuso, que buscan callarnos y desean que lo olvidemos, y cito textualmente:
“Es como pedirle a alguien que ha tenido un accidente de tráfico y que ha perdido una pierna, decirle que deje de cojear, no? Decirle, pero, si te pasó hace mucho tiempo!”…
“si te callas, no te curas”.

Adormecida…


Dicen que luego de cada tormenta llega la calma… Quizás luego de haber llorado tanto, sufrido tanto en estos últimos días mi cuerpo me ha dado una tregua, y me ha dejado adormecida.
Si, una sensación de estar dormida, de estar angustiada pero no luchar contra eso, de querer mejorar y no luchar para lograrlo. Resulta ilógico no?
Estoy adormecida, me siento ante la computadora y trato de describir lo que siento y se me hace difícil, solo se que me siento sola, pero no me moviliza tanto como antes, solo quiero poner en orden mi cabeza y mis sentimientos.
La niña se ha parado expectante y me observa a lo lejos, puedo ver sus ojos, puedo ver que esta sintiendo ganas de llorar pero que ya no puede, o que ya no quiere.
He estado tratando de mejorar y me ha traído el dolor mas cerca, he intentado dar un paso y se me ha nublado la vista por los recuerdos, quiero ver, quiero caminar , quiero encontrar mi alma para meterla en mi bolsillo y poder seguir, pero no puedo verla, estoy adormecida… estoy cegada por el dolor.

Cuando estuve sumergida solo necesitaba…



Fueron tiempos difíciles los que me han tocado pasar en estos meses. Me he sentido dolorida y he entrado en una profunda crisis.
No entiendo muy bien que es lo que me ha pasado, simplemente fui cayendo hasta hundirme en un pozo sin poder respirar.
Siempre supuse que estaba en lo profundo, pero esta vez pude sentir el dolor más atroz dentro de mí. Venia de una semana de pesadillas y recuerdos incesantes, hasta que esa mañana tuve plena certeza de que la historia aun estaba sin terminar y habían detalles del horror que aun quedaban por salir a la luz, el abuso había ido más allá de lo que yo hubiera querido y podido soportar…
Fue duro enfrentar esa sensación, sentirme nuevamente abusada, recordando lo que quizás mi mente había tratado de borrar.
La angustia era tanta que sentía desgarrarse mi corazón, no encuentro palabras ahora para describir lo que en ese momento pasaba dentro de mi, quería parar de sentir, quería que los recuerdos no volvieran, quería dejar de estar, dejar de ser, dejar de respirar.
No se ni como ni en que momento, pude llegar al teléfono para pedir ayuda, sentía que no iba a poder salir de ese estado, que necesitaba que alguien evitara que me hiciera daño.
A los pocos minutos, mi madre estaba a mi lado, sin entender nada, pero sabiendo ya de mi dolor, solo me abrazo y supo que debía estar a mi lado. Tenia mucho miedo, no quería estar sola, solo lloraba por el sufrimiento que me estaba provocando reconocer un pasado mas doloroso y mas duro del que estaba acostumbrada a recordar.
Solo necesitaba llorar, descargar el dolor, la pena, el sufrimiento, solo necesitaba que me dejaran llorar. Merecía hacerlo después de tanto dolor y angustia, el alma se me partía en mil pedazos.
Llore mucho, mas de lo debido quizás, pero menos de lo que debiera haber llorado en estos 25 años, las lagrimas que me guardaba y tragaba me hirieron aun mas, era el momento de librarme de ellas y ahogarme en el llanto que tanto había necesitado descargar.
Fue una semana difícil, no tuve fuerzas para levantarme y salir a trabajar, solo quería llorar hasta quedarme dormida, sintiendo que al dormir los pensamientos iban desaparecer y al fin podría descansar.
Necesitaba dormir, necesitaba llorar, pero mas necesitaba sacar afuera el sufrimiento que me provocaba mi pasado.
Fueron días de lucha interna, mi alma que decía basta y mi cabeza intentaba dominar y ordenar uno a uno los recuerdos para terminar la historia, fueron tiempos de mucho dolor, de mucha tristeza, tanto para mi como para las personas que me rodeaban y me seguían de cerca.
Es difícil entender por lo que estaba pasando, es fácil decir no llores que te hace mal, tienes que comer para seguir viviendo, si una solo puede sentir que el corazón le late y simplemente duele con cada latido.
Cuando pude entender que llorando el dolor se hacia menos pesado, llore mas aun, hasta no poder mas. Recuerdo que intente aislarme una vez mas, encerrándome en mi mundo, pero esta vez ya no estaba sola, conmigo estaban las personas que mas me importaban y cada una de ellas me regalo un cerillo para encender mi nueva luz.

En los zapatos de quien nos quiere ayudar


Como sobrevivientes de abuso sexual sabemos que no es nada fácil la convivencia con nuestro pasado, el dolor al que hemos estado sometidas nos ha hecho diferentes a los demás, más débiles, más fuertes quizás.
Cuando escribí acerca de terminar con el secreto, deje entrever un poco de egoísmo, sin importar lo que pasaría a nuestro alrededor al soltar tremendo secreto.
Nuestro paso ya esta dado, dejamos abierta sobre la mesa la maleta que cargamos durante tantos años y ahora cada uno recogerá la parte que le toca y las culpas de las cuales se deban hacer cargo, no debemos preocuparnos por ellos, seguro con el tiempo van a estar bien.
Con esto solo quiero dar la posibilidad a aquellas personas que son testigos de una confesión de tal naturaleza, de que entiendan y traten de ayudar a dar ese primer paso.
Si una amiga, tu hija, hermana, o cualquiera que haya confiado en ti para decirte por lo que ha pasado durante su infancia, decide hablarte al respecto, no la calles.
Este es el primer paso de su sanación, no le coartes la libertad que por una vez tiene de decir lo que le pasa, recuerda que ha enfrentado mucho dolor, miedo y culpa para estar sentada frente a ti.
Solo déjala que hable, no le preguntes, no le cuestiones, ni el por que, ni el cuando, ni el ocultamiento de su secreto.
Escúchala, mírala a los ojos, debe sentir que estas allí, puedes tomarle la mano, decirle que puede contar contigo, que ya no estará sola y que ha sido muy valiente de haberlo sobrevivido.
No presiones para que te cuente detalles de su experiencia, muchas veces no estamos preparadas para hacerlo, recuerda que quizás tampoco tenga los recuerdos muy claros para expresarlos, dale su tiempo.
Ahora si el proceso ha comenzado.
Escucha atenta todas sus palabras, llora si lo sientes, abrázala si lo consideras necesario, dile que la amas, es una niña de 5 o 6 años que esta gritando que ha vuelto del infierno donde nadie sabia que se encontraba.
Bríndale la seguridad que necesita para desahogarse, dale un espacio, dale tiempo, no la dejes hablando sola, atiende lo que quiere decirte si no has atendido antes sus gritos desesperados pidiendo ayuda.
Dale confianza, protección, no la hagas callar, ya ha callado durante muchos años como para seguir en ese mundo de silencios y lagrimas.
Deja que llore, que grite, que te culpe, todas nosotros no somos capaces de culpar a nadie de lo que nos paso, siempre creímos que las culpables éramos nosotras mismas, ahora es un gran paso poner las culpas en los demás, aunque al principio te moleste, déjala hacerlo, algún día podrá ponerla sobre la cabeza de quien corresponde, su abusador.
Siempre, y en todo momento presta atención, dile que estas ahí, y recuérdale que es un ser maravilloso, porque nosotras en nuestro mundo no lo creemos así.
Aliéntala a seguir hablando, aliéntala a empezar un camino juntas, un camino mejor, a la sanación, acompáñala, tienes que agradecerle a Dios que ella aun esta aquí, y que le ha dado la suficiente fortaleza para sobrevivir.

Solo diciendo lo que siento…


Puedo entender por lo que estoy pasando, y de esa forma ayudo a los demás a comprenderme y respetar mis tiempos.
Cuando por fin tienes la fortaleza de decir la verdad, debes hacerlo, sin miedos de herir a nadie, pues tu estas mas herida y mas dolida que nadie.
No busques las palabras, solo dilo.
No pienses en como, ni cuando, ni donde, solo piensa que te quitaras ese enorme peso de encima y podrás alivianar el dolor de tu alma.
Recuerda que es el comienzo de una nueva etapa, la sanación de tus llagas, la sanación de tu alma.
No busques el momento indicado, pues este nunca llegará. Siempre pensaras en los demás y no en ti misma. Solo dilo.
A tu madre, a tu amiga, a tu pareja, a la persona en la cual confíes, aunque se que para nosotras es difícil eso de confiar…
Escucha tu voz interior y hazlo, con las palabras que te salgan de los labios, y nunca esperes una reacción determinada, solo espera que tu interior hable y así comience a sanar. Los demás tendrán su propio dolor, sufrirán con sus propias lágrimas, las mismas que no vieron en ti durante estos años.
Enfréntate a tu pasado, hazle saber que vas a curarte y que de ahora en mas en ese camino no vas a estar sola, las personas que realmente te quieren estarán de una forma u otra contigo.
Las reacciones de tus seres queridos pueden ser variadas, no te desanimes ante las primeras actitudes, deja que puedan entender y comprender lo que les estas diciendo.
Es difícil para ellos ponerse en tu situación, recuerda que solo tú la has vivido, y eso te ha lastimado hasta el día de hoy.
Haz tu propio duelo, si, el secreto que habías guardado durante tanto tiempo ahora ya no esta contigo, y eso te duele y mucho. Pero es como emprender un nuevo camino, sin esa mochila que han hecho crecer sobre tus espaldas.
Llora, grita si sientes la necesidad de hacerlo, cada cual tendrá su propia valoración ante lo que tú has dicho.
Algunos quizás se pongan a llorar, otros solo quedaran en silencio sin atreverse a mirarte a los ojos, alguien puede querer abrazarte, solo déjate tocar, esta vez vas a sentirlo distinto, ya lo verás.
No busques que todos reaccionen igual, todos somos distintos, y asumimos las cosas de maneras diferentes.
Solo piensa que te has liberado y que vas a emprender un nuevo viaje, ahora acompañada.
Dile a la niña que llevas dentro que esta todo bien, y que ese secreto ya no debe estar guardado, que ahora podrá volver a reír, a soñar, a jugar…

Mi terapia, una gran aliada


Apenas pude terminar con ese maldito secreto, inicie el camino a mi recuperación.
Lo importante es que ya no estaba sola, tenia a mis seres queridos alentándome y acompañándome en ese camino.
La verdad es que sola no podemos emprender el viaje, es necesario volver a reconstruir nuestro pasado para mirar nuestro presente con ganas de vivirlo y al futuro sintiéndolo mas cerca que de costumbre.
Se me hicieron difíciles los primeros meses, el secreto me aislaba, pero a su vez perderlo era terminar con el pasado. Necesitaba ayuda.
Se necesita ayuda de personas especializadas, y fue así que inicie mis sesiones de terapia psicológica.
Debes elegir tu terapeuta, recuerda que debes exponer todos tus sentimientos para poder sanar, y por lo tanto debes tener la confianza suficiente ante aquella persona que iniciara y te guiará en tu proceso.
Genera un vínculo de confianza, háblale con tus palabras, no importa lo que digas, es un especialista y te sabrá entender. Exprésale tus emociones, háblale de tus miedos, fracasos, sueños, problemas, pesadillas y de tus sentimientos.
Es un proceso que te llenara de emociones, pero segura, que acompañada se siente mejor.
No siempre sentirás alivio al salir de una sesión, muchas veces estarás decaída, confundida, pero eso esta bien, no te preocupes, estas sanando. Estas viendo las cosas de un modo diferente, esta frente a alguien que sabe como ayudarte.
Genera una confianza determinada, los limites siempre los fijas tu, mantenlo presente.
Habrán días que te sentirás feliz de haber pasado por tu sesión y habrá días que llegaras a tu casa y solo necesitaras dormir o llorar para aliviarte. Eso también esta bien. Hazlo.
Aprenderás a mejorar muchas cosas en tu vida, a darte cuenta de de lo que tienes, aprenderás a apreciar cada respiro, cada beso, cada día, cada paso que des.
Aprenderás a conocerte, a escuchar tus necesidades, a respetar tu cuerpo, a mimarte, a quererte y fundamentalmente a ser feliz.

Mi proceso para enseñarme a caminar...


Comencé a encontrarme conmigo misma una vez que pude desenterrar mi secreto y dejarlo ante los ojos de todos para que cada uno tome su parte y se la lleve consigo.
Se que es un camino largo el que tengo que caminar, quizás las fuerzas algún día me fallen y caiga, y vuelva a caer.
Mis primeras palabras frente a mi terapeuta fueron “No me lo merezco”, las recuerdo como si fueran dichas ayer, era el primer paso a mi sanación, entender que no merecía estar mal y sentir tanto dolor, pero a su vez sintiendo que no merezco ser feliz y que no merezco mi sanación.
Gracias a la ayuda de mi terapeuta he comenzado un proceso que por mas largo que sea depende solamente de mi, es algo que me lo tengo debido, desde que aquella niña se me perdió de vista.
Sabía que los recuerdos vendrían incesantes ante mí, disfrazados a veces en pesadillas o simplemente aparecerían en el momento menos pensado ahogándome en el dolor y haciendo que volviera a sentir los mismos miedos una vez más.
Se que no se irán tan fácilmente de mi, que debo aprender a vivir con ellos para que no me hagan mas daño del que me han ya hecho. Es una forma de entender y armar la historia para poder saber como cuidar a aquella niña que me mira desde el pasado.
Son recuerdos que estaban ocultos y que ahora abruman mi mente para recordarme lo que realmente ha pasado.
Llegan al punto de hacerme desear no estar viva y querer hacerme daño físicamente para poder olvidarlos. La crisis en la que me encuentro me ha hecho pensar en cosas horribles y que solo aumentan mi sufrimiento, sería injusto irme ahora, mientras la pobre niña me observa a lo lejos y espera que le haga más fácil su camino.
Tengo miedo de no poder ayudarla, de no ser fuerte para hacerla feliz. Se que me espera y esta ansiosa por volver a caminar junto a mi, pero no siento estar preparada para hacerlo, el miedo me paraliza tanto y como antes, como hace 25 años…
La crisis ha traído consigo la necesidad inmensa de dejar de existir, de no sufrir más, de terminar con todo esto.
No puedo sostenerme en pie, no puedo respirar, me duele respirar…

(Gracias a Ana –mi terapeuta- a mi madre, a mis dos amigas del alma Estela y Lau, y a una mujer tan sobreviviente como yo, Connie que me están ayudando a salir de este pozo oscuro y frío en el que mi dolor me ha hecho caer).

Ya no es mi secreto, hoy puedo mirar a los ojos a esa niña y pedirle perdón.


Tantos años ocultando el dolor, me hicieron una mujer con dudas, temores, vicios y muchos miedos.
No se si fue un instante de cordura o simplemente un “basta!” lo que me hizo al fin poder hablar.
Contar mi dolor a mis seres queridos me ha abierto los ojos y he buscado sin temor a aquella niña para decirle que lo siento y que nunca va a dejar de estar a mi lado por mas que ya hayan pasado mas de 20 años sin poderla entender.
Fue duro decir la verdad, contar mi secreto, fue como si me desnudasen nuevamente y me dejaran en una calle transitada a plena luz del día.
Me sentí expuesta, me sentí mirada, observada, pero pude ver con claridad que era el comienzo de un nuevo camino.
Fueron momentos difíciles para mi y mi familia, las culpas surgieron y fueron multiplicándose, no logre evitar sentirme mal por haber causado tanto dolor a las personas que amo, pero ahora se que no fue justo para mi haberlo soportado sola, haber callado evitándoles ese sufrimiento, no es justo haber sentido yo tanto dolor y ellos nada.
He comenzado mi nuevo camino, quiero transformar a aquella niñita en una mujer, darle las armas para salir adelante y enfrentar sus miedos, mirarla a los ojos llorosos y decirle que aquí estaré por y para ella y simplemente tenderle la mano y enseñarle a caminar.

Me resulta difícil decirle adiós a la niña que alguna vez se perdió de mi camino.


Ojala las palabras no fueran necesarias para describir lo que siento y lo que he sentido durante todos estos años. Ojala se borraran de mi mente los recuerdos y las imágenes de una infancia que nunca podré olvidar.
Se me desgarra el corazón cada vez que trato de dar un paso adelante y dejar todo atrás.
Esa niña que se perdió de mi vida a los cinco años, me recuerda una y otra vez lo triste que fui y que soy hasta ahora.
Seria más fácil olvidarla y dejarla en el pasado, no arrepentirme a cada instante de darle la espalda, de esconderla, de decirle una y otra vez que lo siento.
Esa niña necesita de mis fuerzas para poder salir adelante, esa niña perdió su fe y su sufrimiento me ha alcanzado durante toda mi vida.
Aquella niña de tan solo 5 años aprendió a caminar por el dolor mucho antes de saber lo que era el amor, aprendió a luchar antes de saber comprender. Esa niña soy yo a mis 31 años, con los mismos miedos, el mismo dolor y con un corazón en llagas por no saber vivir y no saber gritar que su vida le duele y que se siente mal, muy mal.
Me arrepiento de la vergüenza que he sentido tantos años hacia esa niña, esa niña que no supo gritar, que no pudo gritar mientras la lastimaba un ser despreciable, mientras la tocaba humillándola, y la obligaba a hacer cosas indeseables. Los pensamientos que se me cruzan son tantos que no los logro describir y plasmar en esta página.
El camino de la vergüenza ha sido duro, vergüenza a mi cuerpo, vergüenza ante mis amigas, ante mi familia, ante mis parejas, vergüenza de las que te paralizan y te dejan en un rincón sin poder gritar que no es tu culpa lo que te ha pasado.
Recuerdo las noches que me pasaba pensando y tratando de entender lo que me estaba sucediendo, sintiéndome tan sola, tan desamparada, tan humillada, tan poca cosa para los demás y tan poca cosa para mi misma.
Me conformaba con leer un libro, me aislaba en los recreos de la escuela, me sentaba sola, y por sobre todo, me sentía sola.
La timidez se apoderaba de mí ante alguien que se acercara para charlar un poco, me transformaba en hostil y arisca si alguien solo intentaba tocarme. Me dolía tanto que me tocaran… siempre pensaba que estaba mal que me acariciaran, hasta ahora me sonrojo y lo evito aunque se que es una demostración de cariño y afecto de alguien que me quiere ver bien.
No puedo recordar con detalles lo que me ha pasado, solo tengo imágenes sueltas que debo armar en mi cabeza, y quisiera que dejaran de avanzar una vez mas a mi memoria.
Hay olores, sabores, voces, miradas que me hacen volver a mi niña y me colocan en la misma situación de miedo paralizante en la que me encontraba a los cinco años.
Se que mi niña algún día va a perdonarme por ser tan cobarde, por dejarla atrapada en el pasado tanto tiempo y no darle la oportunidad de ser feliz, de sonreír y de jugar en su propia infancia.